Conoce a tu enfermera: Nuria Samper “El verano multiplica la población del Pirineo y transforma nuestro día a día”

Conoce a tu enfermera: Nuria Samper “El verano multiplica la población del Pirineo y transforma nuestro día a día”

COLEGIO OFICIAL DE ENFERMERÍA DE HUESCA .- Cuando llega el verano, los informativos suelen fijarse en la presión que sufren los hospitales y centros de salud en las zonas de playa. Sin embargo, en el Pirineo aragonés la situación no es menos compleja: pequeños centros de salud, con recursos limitados, deben redoblar sus esfuerzos para atender a una población que se multiplica con la llegada de turistas y veraneantes.

Según el Instituto Aragonés de estadística (IAEST) del Gobierno de Aragón, durante los meses de junio y julio de 2025, la provincia de Huesca, corazón del Pirineo aragonés, ha contabilizado 92.737 viajeros, mientras que el turismo rural ha alcanzado ocupaciones del 100% en algunas localidades de montaña.

En ese contexto, la enfermería rural es la primera línea de respuesta. Un ejemplo lo encontramos en el Centro de Salud de Lafortunada, en la comarca de Sobrarbe. Allí trabaja Nuria Samper, enfermera de Torla con amplia experiencia tanto en hospital como en atención primaria, que nos cuenta de primera mano cómo se vive este reto estival.

“El verano multiplica la población y transforma nuestro día a día”

Nuria explica que durante el año la atención se centra en una población envejecida, con predominio de pacientes crónicos, pero con el verano todo cambia “El ritmo del centro se vuelve más intenso: se amplían horarios, se reorganizan turnos y se priorizan las atenciones más urgentes. Llegan turistas, familias con segunda residencia, senderistas… y con ellos aumentan las urgencias leves, los traumatismos de montaña, las picaduras, las deshidrataciones y los problemas gastrointestinales”.

A esa presión asistencial se suma un desafío estructural, los recursos no crecen al mismo ritmo que la población. “La dotación del centro permanece igual todo el año. El mismo personal debe hacer frente a un volumen mucho mayor de pacientes, lo que genera sobrecarga, más esperas y dificultades para compaginar urgencias con el seguimiento de crónicos”, reconoce.

Información, acompañamiento y cercanía

Las enfermeras rurales no solo curan heridas o administran tratamientos, también hacen pedagogía sanitaria. Muchos visitantes desconocen los recursos disponibles o esperan una atención similar a la de una ciudad. “Parte del trabajo es informar sobre cómo funciona el centro, los horarios, qué hacer en caso de urgencia y qué servicios se pueden ofrecer. Con los pacientes crónicos de fuera, además, se intenta coordinar la medicación y dar continuidad a sus tratamientos, aunque sin acceso directo a sus historiales”, explica Nuria.

Ese esfuerzo no impide mantener la cercanía con los pacientes habituales. “Conocemos a la mayoría por su nombre, su historia y su entorno familiar. Ese vínculo no se rompe pese al aumento estival. Saber equilibrar la atención de paso con el cuidado continuado de los vecinos es parte del valor de la enfermería rural.

Polivalencia y autonomía: la enfermera rural como pieza clave

La enfermería en el Pirineo asume un rol más amplio que en un entorno urbano, que Nuria lo resume con claridad: “Aquí la enfermera debe ser polivalente y autónoma, desde urgencias leves a crónicos, cuidados paliativos, vacunación o educación para la salud. Se trabaja con recursos limitados y dispersión geográfica, lo que obliga a tomar decisiones clínicas con rapidez.

Para ella, las claves del trabajo rural son la empatía, la organización y la capacidad de adaptación. “Los imprevistos son más frecuentes y las soluciones no siempre inmediatas. La cercanía con la comunidad, en cambio, es un valor añadido: te conocen, te respetan y confían en ti”.

Entre la vocación y la necesidad de recursos

A pesar de la exigencia, Nuria transmite gratitud por su labor “Aquí no eres una más, eres pieza clave de la atención sanitaria en la zona. Esa sensación de utilidad real, de marcar la diferencia en la vida de la gente, es muy gratificante”.

Pero también lanza un mensaje: la vocación no basta sin apoyo estructural. “Necesitamos refuerzos temporales, mejores condiciones laborales y un uso responsable del sistema. La cercanía y la humanidad están, pero hace falta que se acompañen de recursos”.


Mirando al futuro

A las enfermeras/os que se planteen trabajar en un centro rural, Nuria deja un consejo claro “Ven con la mente abierta, el corazón disponible y ganas de aprender. Confía en tu criterio profesional, haz equipo y recuerda que aquí cuidar es también escuchar y acompañar.

En plena temporada estival, cuando las cifras de visitantes se disparan y los medios se fijan en las saturaciones de la costa, conviene recordar que en las montañas del Pirineo también se libra cada día una batalla silenciosa por garantizar una atención sanitaria digna. Una batalla en la que la enfermería es, sin duda, protagonista.

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