“La maternidad consolidó mi vocación de ayudar a otras mujeres a vivir esta etapa de manera plena y segura”.
La idea de acompañar a las mujeres durante la gestación y el parto siempre me ha atraído, pero fue la maternidad la que consolidó mi vocación de ayudar a otras mujeres a vivir esta etapa de manera plena y segura.
La residencia es una etapa de gran intensidad, donde la formación es continua y variada. Rotamos por diferentes servicios, lo que nos permite conocer diversas realidades y adquirir una amplia gama de conocimientos.
A las jornadas laborales y guardias hospitalarias se suman las sesiones teóricas, talleres prácticos y oportunidades de docencia, lo que convierte esta etapa en un auténtico desafío y una experiencia enriquecedora.
Tras un tiempo alejada de la práctica hospitalaria, mi reincorporación supuso un reto considerable, no solo tuve que actualizar mis conocimientos en la especialidad, sino también familiarizarme con las nuevas técnicas de enfermería.
En ocasiones, me sentí como una estudiante en prácticas más que como una residente de Matrona, pero, afortunadamente, el equipo de Matronas me brindó un apoyo invaluable, siendo muy pacientes y comprensivos durante mi proceso de adaptación.
Además de mantenerme al día en los últimos avances de esta especialidad, me apasiona brindar un acompañamiento cercano y respetuoso a las mujeres en cada etapa de su vida.
Si bien mi especialidad abarca una amplia gama de temas, mi interés se centra actualmente en el acompañamiento integral de la mujer durante el embarazo y el parto.
Tanto en la atención primaria como en el paritorio, me apasiona brindar un cuidado cercano y personalizado.
La presión asistencial puede llevarnos a olvidar que lo más importante es la mujer, cada paciente es única y merece un trato individualizado y respetuoso.
A las futuras matronas les diría que aprovechen al máximo esta oportunidad para aprender y crecer como profesional.